La Cuaresma es un tiempo de conversión designado por la Iglesia para prepararnos a celebrar el gran tiempo de Pascua. Es un tiempo de gracia, no de pena y dolor. Es un tiempo propicio para reformarnos, transformarnos y cambiar. Un tiempo para prepararnos a salir de la tumba, es decir, para dejar atrás nuestra vida de vicios y pecado… y abrazar con entusiasmo la resurrección. Es tiempo de abrirnos a la vida mediante el perdón, la reconciliación y la penitencia. Es una invitación a cambiar lo que no está funcionando bien en nuestra vida espiritual, es tiempo de conversión.
Para ayudarnos a hacer esto la Iglesia nos invita a orar, para que nuestro espíritu crezca y se transforme; a hacer penitencia, para reconciliarnos con Dios y los demás; al ayuno y abstinencia, para solidarizarnos con los que tienen menos que nosotros… y a la caridad, porque compartir lo que tenemos con los demás nos ayuda a crecer en amor por Dios y por el prójimo.
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