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P. Tarcisio

El Señor es mi Pastor, nada me faltará.

El profeta Jeremías levanta la voz contra aquellos pastores de su pueblo que no han cumplido con su deber. Aquellos que debían cuidar, proteger y guiar al pueblo de Dios, se han preocupado solamente de ellos mismos, tanto los encargados de gobernar como los líderes religiosos. Sin embargo, Jeremías también anuncia una gran noticia: El Señor mismo será su pastor y guía, y él no los defraudará, el reunirá a los que se habían perdido y los protegerá.

El evangelio de marcos nos presenta a Jesús como ese buen pastor preocupado siempre por el bien de sus discípulos. Por eso se lleva a sus apóstoles a un lugar solitario, para que descansen después de haber predicado, para que recuperen fuerzas. Pero también atiende la necesidad de aquella multitud que lo busca para escuchar su Palabra, y no andar más como ovejas sin pastor.

¡Ay de los malos pastores! Ha gritado el profeta Jeremías. Que esta advertencia no sea para nosotros por ser padres descuidados, trabajadores irresponsables, o cristianos dispersos que vagan como si no tuvieran al Buen Pastor que los busca y los protege. Confiemos en que Dios no nos dejará a la deriva… imitemos su ejemplo en ser pastores responsables en aquello que nos corresponde hacer hacia los demás.


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