Lecturas Dominicales: Jer 38, 4-6, 8-10; Heb 12, 1-4; Lc 12, 49-53
Jesucristo espera de nosotros una decisión radical, la firme decisión a la que nos llama es a elegirlo a él como nuestro Señor y Mesías. Tenerlo a él como el centro de nuestra existencia. Se trata de una decisión radical porque no admite cosas a medias. Si no lo elegimos, entonces lo estamos rechazando.
En esta elección de fe, Jesús nos prepara para ser capaces de rechazar los falsos caminos de salvación, esos que con tanta insistencia se nos proponen cada día: el mero disfrute de la vida, la riqueza, el poder, el egoísmo, la exclusión de los demás, la violencia como una forma de ganarnos el “respeto” de los otros, etc.
Si optamos por seguir los caminos de Dios necesitamos también tener la capacidad de tomar decisiones difíciles, incluso si eso provoca conflictos. De esos conflictos habla Cristo hoy, cuando se refiere a la división que ha venido a traer a la tierra. La decisión de seguirle supone caminar contra corriente y afrontar la enemistad incluso de los más cercanos.
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