San Lucas en el Evangelio nos relata lo sucedido con Zaqueo para recordarnos una vez más, el amor especial que Jesús tiene por los pecadores. Jesús no rechaza a Zaqueo por sus pecados, pero le inspira a arrepentirse y cambiar de vida. Y como dice el Antiguo Testamento en el libro de la Sabiduría: La misericordia divina cierra los ojos para no ver los pecados de los hombres y darles así ocasión de arrepentirse. Muchas veces, los pecadores se encuentran mejor dispuestos que otros, para recibir la salvación. Y san Pablo nos invita a aprovechar el tiempo que Dios nos permite para que actúe en nosotros la gracia de nuestro Señor Jesucristo que nos va corrigiendo poco a poco, ya que es lento para enojarse y generoso para perdonar, como dice el salmo 144.
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