Primera Lectura (Ex 12,1-8.11-14): Como los judíos se salvaban por la sangre del cordero pascual, así recordamos que Jesús es nuestro Cordero Pascual salvador.
Segunda Lectura (1 Cor 11,23-26): San Pablo nos recuerda que tenemos que dejar a Jesús hacer entre nosotros, en su memoria, lo mismo que hizo en la Última Cena: Darnos su cuerpo como comida.
Evangelio (Jn 13,1-1): Jesús lavó los pies de sus apóstoles para recalcarles a ellos, y también a nosotros, que el servicio está en el corazón del Evangelio, junto con la entrega de sí mismo.
LES HE DADO EJEMPLO
El jueves santo se caracteriza por la institución de la Eucaristía, del sacerdocio y la reafirmación del mandamiento del amor como ley fundamental. Esto sucedió en el contexto de la celebración de la Pascua judía. Por eso escuchamos en la primera lectura una parte de la liberación del pueblo israelita de la esclavitud de Egipto, pues la pascua conmemora ese evento histórico, cuando el Señor liberó a su pueblo por medio de Moisés.
Desde entonces los elementos simbólicos de esta fiesta han trascendido: el cordero que ofrecen en sacrificio y la sangre derramada que sirvió para dar vida a los que esperaban la liberación. Así mismo la prontitud del pueblo para tomar lo necesario y emprender la marcha hacia la libertad.
Esa fiesta era la que Jesús se disponía a celebrar con sus discípulos, y desde ese momento le dio un nuevo significado. El cordero pascual que se ofrece por todos es Jesús mismo; su sangre derramada en la cruz, nos traerá la salvación, librándonos de la muerte. Así lo expresa san Pablo en la segunda lectura, en la cual tenemos uno de los testimonios escritos más antiguos que hablan de la celebración eucarística. Las palabras de Jesús, se repetirán desde entonces en cada celebración. Y a sus discípulos les fue encomendada esta tarea de continuar conmemorando esa pascua salvadora.
P. Tarcisio
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