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P. Tarcisio

XXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. Reflexión de la Palabra de Dios.


El profeta Isaías hace un maravilloso anuncio a su pueblo, especialmente aquellos que estaban pasando por el desaliento y la depresión, los de “corazón apocado”: “¡Ánimo! No teman. He aquí que su Dios, vengador y justiciero, viene ya para salvarlos'.” Esta presencia salvadora significará un gran cambio en cada persona, especialmente los más vulnerables, pero no solo en las personas, sino en el medio ambiente, cuando el desierto y la estepa florecerán por la abundancia de agua. ¿Cuántos de nosotros quisiéramos escuchar semejantes palabras, especialmente en nuestros momentos de dificultad y de sequía existencial? Pues hoy el Señor nos dirige ese mismo anuncio a cada uno de nosotros. “¡Ánimo!”.

En el Evangelio, Jesús le cambia la vida a un hombre que, por ser sordomudo, había vivido aislado, incomunicado de los demás. Y fue tanta su alegría que no podía dejar de anunciar a todos, quién lo había curado. Ojalá que también nosotros nos acerquemos a Dios dispuestos a escuchar su Palabra, para luego hablar de él a quienes no le conocen. Jesús vino a hacer que la gente se abra a Dios, de forma que puedan alabarle por sus grandes obras. Y su atención a los pobres es la señal de que el reino ha llegado.

Finalmente, un ejemplo de cristianos sordomudos en el corazón, son aquellos que discriminan a sus hermanos, y que se basan en las apariencias para tratar con mayor o menor respeto a sus semejantes. Situación que se estaba dando en las reuniones de la comunidad. Por eso Santiago es muy claro en su carta cuando dice: “Puesto que ustedes tienen fe en nuestro Señor Jesucristo glorificado, no tengan favoritismos.”

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