1.
TIPO DE SALMO: Himno de alabanza a la grandeza de Dios.
Es un salmo alfabético, lo que significa que cada versículo empieza con una letra del alfabeto hebreo, que en nuestra versión litúrgica se suprime. El salmista alaba al Señor, admirable por su grandeza, misericordia, omnipotencia, verdad, providencia y justicia. Es un canto a los atributos divinos manifestados en las grandes obras del Señor en favor de hombre.
2. LEER LA PALABRA.
Salmo 144, 1-2. 8-9. 10-11. 13cd-14
Dios y rey mío, yo te alabaré, bendeciré tu nombre siempre y para siempre. Un día tras otro bendeciré tu nombre y no cesará mi boca de alabarte.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. Bueno es el Señor para con todos y su amor se extiende a todas sus creaturas.
El Señor es siempre fiel a sus palabras, y lleno de bondad en sus acciones. Da su apoyo el Señor al que tropieza y al agobiado alivia.
Que te alaben, Señor, todas tus obras, y que todos tus fieles te bendigan. Que proclamen la gloria de tu reino y den a conocer tus maravillas.
¿Qué dice el texto?
El salmista comienza declarando su deseo de expresar sus alabanzas a su Dios, que es Rey de todo lo creado. Nadie es digno de alabanza más que él. Es su deseo que estas alabanzas duren para siempre, apela a las generaciones para que ellas se encarguen, a través de los siglos, de anunciar las grandezas de Yahvé.
Sus atributos como Rey se resumen en el esplendor, la majestad y la gloria. Además, en sus relaciones con los hombres se ha mostrado siempre bueno y misericordioso, tardo a la ira, pero condescendiente y compasivo con el pecador, como nos dice en el versículo 8.. Sus obras pregonan su bondad; y son los devotos o fieles los que saben apreciar las grandes gestas en favor de los hombres.
Este Salmo proclama la intervención de Dios en la historia humana para cuidar, ayudar y proteger. Nosotros no estamos a merced de fuerzas oscuras, ni vivimos de forma solitaria nuestra existencia, sino que dependemos de la acción del Señor, poderoso y amoroso, que tiene para nosotros un plan, un «reino» de paz un reino de misericordia (cf. v. 11).
3. MEDITAR LA PALABRA. ¿Esta lectura dice algo especial para ti?
En tiempos como los que nos ha tocado vivir podemos llegar a sentirnos solos, desprotegidos, a merced del destino… hagamos hoy de este salmo nuestra oración, narrando las grandes acciones de Dios, difundiendo la memoria de su inmensa bondad, aclamando sus victorias y sintiendo su presencia misericordiosa.
4. ORAR CON LA PALABRA. ¿Qué le dices tú a Dios?
Señor Dios, bueno con todos y cariñoso con todas tus criaturas, los ojos de los hombres te están aguardando: abre, pues, tu mano y satisface los deseos de tus hijos dispersos por el mundo, escucha sus gritos y sálvalos, sostén a los que van a caer, guarda a los que te aman y haz que nuestra boca pronuncie tu alabanza.
5. CONTEMPLAR LA PALABRA. ¿Cómo cambia tu mirada?
Dios es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad (v.8). Dios se muestra en la historia preocupado por su creación… nunca nos deja solos y esa certeza nos hace levantar la voz para reconocer sus dones y confiar en su protección.
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