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P. Tarcisio

"Que todos los pueblos aclamen al Señor". SALMO 47 (46)


1. TIPO DE SALMO: Himno de alabanza a Dios por la victoria

El Salmo 47 celebra la gran victoria de un gran Rey. Forma parte de los cánticos de Sión que celebran la morada de Dios, centro de unidad, donde el Señor es la defensa de la ciudad santa de Jerusalén. El origen del salmo probablemente sea victoria conseguida sobre el rey asirio Senaquerib el año 701 a. C., cuando el rey Ezequías, el profeta Isaías y el pueblo invocaron en el templo a Dios, que durante la noche desbarató al ejército enemigo, dejando libre a la ciudad asediada (cf. 2 Re 18–19).

2. LEER LA PALABRA.

Salmo 46

2Aplaudan, pueblos todos,

aclamen al Señor, de gozos llenos;

3que el Señor, el Altísimo, es terrible

y de toda la tierra, rey supremo.

4Somete pueblos a nuestro yugo,

naciones pone a nuestros pies;

5él nos elige nuestra heredad,

orgullo de Jacob, su amado.

6Entre voces de júbilo y trompetas,

Dios, el Señor, asciende hasta su trono.

7Cantemos en honor de nuestro Dios,

al rey honremos y cantemos todos.

8Porque Dios es el rey del universo,

cantemos el mejor de nuestros cantos.

9Reina Dios sobre todas las naciones

desde su trono santo.

Príncipes paganos se reúnen

Con el pueblo del Dios de Abrahán.

De Dios son los gobernantes de la tierra,

de él, inmensamente excelso.

¿Qué dice el texto?

v.2-6: La primera parte es una aclamación de alabanza a Dios. La alabanza ha de ir acompañada de aplausos, para cantar con la voz y con todo nuestro ser la victoria de Dios que nos ha salvado del peligro. Es una invitación a una alabanza universal.

Como cuando regresa un rey vencedor en la batalla y entra en la ciudad aclamado por su pueblo, así hemos de aclamar a nuestro Dios en su casa. Él está por encima de todos nuestros temores. Él es el Rey de universo. Entre todas las naciones, Israel (Jacob) ha de sentirse afortunado por haber sido escogido cono su pueblo.

vv.7-10. La segunda parte del salmo reitera la alabanza con un canto jubiloso y lleno de alegría; recordando una vez más que él es el rey del universo.

El salmo concluye con una nota sorprendente de apertura a todas las naciones Los príncipes de otras naciones se reúnen con el Pueblo del Dios de Abraham (v. 10). Como esperaba el profeta Isaías, los pueblos enemigos entre sí serán invitados a arrojar a tierra las armas y a convivir bajo un único señorío, en un reino de paz y de justicia (Is 2,2-5)

3. MEDITAR LA PALABRA. ¿Esta lectura dice algo especial para ti?

En el antiguo Testamento, Israel es reconocido como el Pueblo de Dios, el pueblo elegido… Sin embargo, poco a poco va manifestando en su reflexión que esa elección no es exclusiva y en ella pueden entrar todos los pueblos de la tierra, toda la humanidad. El concepto de elección se amplía, y el poder de nuestro Dios se extiende sobre todos los pueblos de la tierra.

4. ORAR CON LA PALABRA. ¿Qué le dices tú a Dios?

En este domingo aclamemos y cantemos a Dios con alegría, acompañemos los cantos durante la celebración eucarística. Porque el Señor ha vencido y vencerá sobre todo aquello que nos aflige y preocupa. “Cantemos en honor de nuestro Dios, al rey honremos y cantemos todos.”

5. CONTEMPLAR LA PALABRA. ¿Cómo cambia tu mirada?

Este Salmo nos recuerda que Dios está por encima de todo. ¿Cuántas veces hemos querido encerrar a Dios en nuestras ideas en nuestra manera de vivir y entender la fe? Y haciendo esto, excluimos a los que no pertenecen a nuestra comunidad, a nuestra Iglesia. Pensamos que el Señor cuida solamente de nosotros, sintiéndonos pueblo elegido. Pero el Señor es el Dios del universo y todos los pueblos están llamados a alabarlo. Pero esto no sucederá mientras nosotros mismos no nos abramos a la posibilidad de alabarlo con cantos, con aplausos con instrumentos tocados por otros pueblos.

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