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La limosna es dar de corazón. Es dar de lo que tenemos; es compartir nuestro pan. La limosna, el ayuno, y la oración y tal como los presenta Jesús, son la expresión de nuestra conversión. La limosna nos permitirá vivir una caridad eficaz. La limosna es dinero o bienes que se dan a los pobres, u otros actos de caridad que se realizan para ellos.
El Catecismo de la Iglesia Católica, nos dice que la limosna es “un testimonio de caridad fraterna” y “una práctica de justicia que agrada a Dios” (n. 2462). La limosna, junto con la oración y el ayuno, forma parte fundamental de la Cuaresma. Dar limosna es compartir con el “Cristo sufriente” presente en nuestros hermanos más necesitados.
La limosna fluye de la oración y del ayuno. Cuando nos abrimos a los demás y reflexionamos sobre las necesidades del mundo, entonces descubrimos cómo Dios nos llama a satisfacer esas necesidades al compartir lo que tenemos. En la oración, descubrimos que es importante velar por las necesidades de los demás.
P. Martin